Source: Cubadebate
A esa hora en que el rocío todavía se aferra a la hierba y el primer gallo corta el silencio, Sancti Spíritus ya tiene mujeres en pie, atadas a la tierra por un lazo más fuerte que la sangre. Son guajiras de corazón, forjadas entre el olor a surco recién abierto, el mugido que despierta la vaquería y el calor tibio de la leche recién ordeñada. No heredaron solo hectáreas; recibieron un modo de vivir que se defiende con el cuerpo, el alma y la terquedad de quien sabe que la tierra no es de uno… hasta que se suda sobre ella.
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